Alimento para la mente


Se dice tantas veces la frase ‘obras son amores’ que casi ha perdido su auténtico sentido. El paso previo es darse cuenta; ser conscientes de que existen aquellos a los que queremos dar; es el primer alimento para la mente. El siguiente paso es comprometerse cada día a no dejarlos desfallecer. Tampoco es bueno sobrealimentar, porque todo en exceso produce hartazgo. Como dicen los sabios, el equilibrio es la mejor medida. También se dice que no hay que esperar nada a cambio de lo que se da, pero la realidad es que buena parte de nuestra felicidad radica en la reciprocidad del amor. No importa en qué fase de nuestra vida nos encontremos, siempre es gratificante dar y recibir; ambos son corrientes del mismo flujo. Hay que estar lleno para poder dar. Nuestra psique es un tejido que se desarrolla y crece dando y recibiendo. Absorbe y devuelve energía positiva; pero también se deteriora por las faltas de amor, por desprecio, por indiferencia, por egoísmo. Cuando esto sucede, se detiene el flujo regenerador de nuestra mente. No siempre es fácil detectar el fallo. Suele estar oculto bajo una capa de fracaso personal o por una falta de proyecto vital, y con frecuencia adopta formas de despecho y de intolerancia con uno mismo y con los demás. Es entonces cuando necesitamos la ayuda de un especialista en nutrición psicológica para analizar las causas del deterioro y reiniciar la puesta a punto de nuestra alma. Es necesario saber cuáles son los mejores nutrientes para nuestro espíritu. Hay mucho producto indigesto que se presenta en atractivos envases. Por supuesto, en una dieta sana son imprescindibles los pensamientos positivos. Es el psicólogo quien sabe orientarnos en el consumo y dosificar las cantidades. Como en todo lo concerniente a la salud, es fundamental el ejercicio para conseguir los mejores resultados. Los padres de la filosofía clásica procuraron definir con precisión el ámbito de actuación de nuestra mente, y las circunstancias más propicias para el crecimiento de nuestras facultades. Hoy bien sabemos que “Un buen estado físico es el logro y el mantenimiento de un cuerpo uniformemente desarrollado, con una mente sana y capaz de llevar a cabo, de modo natural y de manera satisfactoria, nuestras muchas y variadas tareas cotidianas.” (J. H. Pilates).